miércoles, 25 de junio de 2008

Eres el fruto prohibido: manzana

No lo sabes, pero eres tú la manzana jugosa, de estructura firme y aterciopelada que no puedo comer. Producto de una flor globosa, blanca y estriada de rosa.
El fruto prohibido, dulce, rojo, grande y apetitoso.
Alguna vez en la vida logre degustar el sabor de la creación: tu boca.
Esa boca carnosa, colorada, de rasgos definidos, que incita al pecado y a la perdición.
Nada importa cuando en presencia de ella estoy, aunque esto signifique un pase directo al infierno…
Prohibida por que no la puedo besar, rozar, tocar, ni siquiera mirar. El sólo hecho de impedírmelo me hace desearla más.
Un deseo que no solo causa placer, sino también dolor, angustia y muchas lágrimas al no poder tenerla.

miércoles, 18 de junio de 2008

Un paseo por la cuidad

Son muchas las personas que hacen cola para subir al último ómnibus del día, algunos son conscientes de que tendrán que buscar otro medio transporte para llegar a sus casas, dado que los coches están atestados de gente, parecen sardinas enlatadas, la única diferencia está en que el contenido se mueve. Mirado desde atrás los coches se menean de un lado para el otro, pareciera que en cualquier momento se va desplomar sobre derecha o izquierda, pero no, sigue avanzando despacio dejando a los pasajeros en sus repectivos destinos.
Son las 22.15, pero parece que son las 1. La cuidad está desierta, todos los negocios han cerrado a las 21.30 y el movimiento habitual de cada jornada ha sido interrumpido por la falta de gasoil. Camina despacio las diez cuadras que la separan de su casa, mira a su alrededor, las grandes colas han desaparecido, sólo los desafortunados y despistados quedan en las paradas, aún con la esperanza de que un fantasmal colectivo pase a recogerlos. Los taxis han proliferado (quizás no, pero la falta de colectivos afecta su apreciación) y bajan por la calle jujuy a gran velocidad, tal vez con la intención de aprovechar el infortunio de algunas personas en su favor. Sumado a esto, el fresco viento invernal invita al encierro y al calor hogareño.
En la mitad de la caminata obligada, logra divisar un ónmibus parado: se quedó sin gasoil. Recorre las oscuras cuadras arboladas sin la menor preocupación, cuando en Jujuy y Lavalle logra observar una mujer que lleva en sus brazos un niño de pocos meses. Su cara se desfigura y se dice para sí: "¡Pobre mujer, qué acaso no ve los noticieros!".
El cielo está depejado de nubes y cubierto de estrellas, el azul marino contrasta con su brillantez y es una noche muy fría, aún son las 22.30 y la cuidad está sola.

domingo, 15 de junio de 2008

Los Misterios del Amor

Él la mira tiernamente, roza sus cabellos castaños oscuros y besa su mejilla rosada. Ella se siente tan feliz, contenida y cuidada. Cuando él besa sus labios rojos, delgados, suaves y cálidos, ella siente que su mente se sumerge en una paz y una dicha jamás experimentadas; el corazón late al compás de la canción que él tanto ama: “Lluvia de noviembre”, de los Guns and Roses. Desde lejos, se les ve quererse. Sus manos entrelazadas, sus miradas y caricias lo dicen todo; las palabras, entre ellos, están de más. Pero pasan varias semanas y ella, poco a poco, comienza a darse cuenta de que la realidad que vive es falsa, inexistente, transitoria, manipulada y calculada. Todo ha cambiado: él no es el mismo. Con su aire indiferente, la ignoraba empapado en una frialdad que aún no puede explicarle y, de a poco, la ha ido desplazando de su vida, hasta olvidarla por completo.

El fantasma del vacío le invade nuevamente el corazón; las lágrimas caen, precipitosamente, sobre sus mejillas como el rocío escurridizo de la mañana; su cara se desfigura y, en su corazón, yaga la herida recientemente abierta. ¡Oh, cuánta razón tenían los Guns! No se equivocaban en aquella canción: “Porque nada dura para siempre y los dos sabemos que los corazones pueden cambiar, en la fría lluvia de noviembre”. El amor duele, le duele. Él no está y sola ha quedado. Sólo tiene el recuerdo, el recuerdo de ese chico alto y delgado, sumiso. Ese chico un tanto desconfiado, tímido, morocho y divertido. El que consentía todos sus caprichos (o la mayoría de ellos); el que, con sólo un abrazo, podía hacerle creer, en un instante, que estaba en el cielo; el que, con sus caricias, le erizaba la piel hasta que sentía escalofríos; el único a quien, con sus detalles, ella quiso con intensidad. Sólo queda ese recuerdo reverso y feliz, que le causa innumerables sentimientos: nostalgia, angustia, dolor, bronca, impotencia. Y, a la vez, esa pregunta que nunca tendrá repuesta: ¿él la quiso, en algún momento? Sólo él lo sabe.

Ella espera que el no la olvide, porque a pesar de que no funcionó, ella está segura que el la marco, ¿porqué?, porque a su manera le enseño muchas cosas de sí misma. Puede ser valorada y respetada como mujer por otras personas y más que celosa es insegura y desconfiada; que el amor se hace de dos, sin esas dos partes nunca funcionaría. Que hay que disfrutar de las pequeñas cosas y que el compartir es primordial en todas las relaciones sociales. “Nunca pienses que el envase es lo importa sino que el contenido, tu alma, tu esencia es la que determina todo en ti” le dijo.

Hoy ella está dolida, pero pronto sanará su corazón herido y volverá –con algo de dificultad- a creer en alguien. Pero hasta eso pasará mucho, demasiado tiempo en soledad, esperando al que con su amor derrita el hielo que hay en el corazón y borre todas las desdichas causadas por el desamor. “Todo el mundo necesita a alguien, no eres la única, no eres la única”, y así termina no sólo la canción sino, está ficticia historia de amor.

sábado, 14 de junio de 2008

Ella y su amor: el solitario

Ella no puede esperar verlo, su corazón late rápidamente toc, tic, toc. El automóvil estaciona, allí está él. En su cara se dibuja una sonrisa tonta, el cuerpo le tiembla, pero debe controlarse. Es él, a pesar del tiempo no ha cambiado nada, sigue siendo el flaco de tez blanca como el papel, ojos color cafés y cabello corto enrulado, un poco descuidado, más que lo acostumbrado. Su cara no expresa demasiado, parece indiferente y distante. Para ser sinceros, no era este el encuentro que ella esperaba, aún así, no puede evitar mirarle con amor y ternura. Al sentir su beso frío en la mejilla, la realidad ante ella cae y es tan triste…Quiere llorar, pero no puede, interiormente se repite a sí misma es tu amor: el solitario

Lo ama en secreto –y no tan secreto, él lo sabe-, es difícil para ella mirarle con indiferencia. Aún no sabe como sucedió, pero sí, de el se enamoró. Se fue lejos para olvidarlo, pero no funcionó. En diferentes brazos (algunos apasionados y cariñosos, otros fríos y un tanto descorazonados) se ha cobijado, sin lograr con éxito su cometido. Probó no hablarlo, alejarse, no verlo, pero no, no: todo ha sido en vano. Él sigue implacable e imponente en su cabeza y especialmente en su corazón. Sigue allí, como el primer día en que lo conoció. Las noches son testigos de su amor oculto, ese amor que tantas lágrimas le han costado.

Hay todo tipo de amor: el imposible (muy emparentado con el solitario), el duradero y sincero, el platónico y, por último, el solitario. Este amor es muy particular dado que, sólo tiene un participante que ama, siente y vive por dos. Se ilusiona con convertirse en un amor verdadero, pero en realidad se alimenta de ilusiones vacías y absurdas. Es un amor triste (todos los amores lo son, pero este mucho más), que te va rompiendo de a poco el corazón y las fantasías… Mientras las ideas y pensamientos negativos invaden la cabeza. ¿Cómo se zafa?, aún no ha encontrado la respuesta, sólo sabe que su amor es el de lo peores, el solitario y quizás el que más duele al no tener a la persona amada.