martes, 2 de diciembre de 2008

Mis Moustritos

Cuando terminé la facultad juré no ser docente, pero el destino me jugó una mala pasada, ¿y a qué no saben? Si, soy prosora -dirían mis alumnitos-. Temerosa llegué a ese curso de apenas 16 chiquillos, de edades diversas, de historias diferentes. Según el comentario de una profesora: "El más indisciplinado de todos. Hermana, te deseo suerte con esos chicos", dijo con tono preocupado. Complicados nenes, en reiteradas oportunidades trataba de hablarles -pienso que la gente de esa manera se entiende, y no amonestando o humillando- y no, su actitud no cambiaba. Uno tiraba papeles, mientras otros se pegaban: una entropía. Mis gritos se escuchaban -aún se escuchan- hasta la rectoría, los "Madrid no haga eso", eran continuos, mas no hablar de la cantidad de "Illanes no me gusta que me esté abrazando, detesto", como olvidar a don Molina, Roberto o el señor Grassi, que al principio era callado y tímido, luego se me contagio de los demás. Las señoritas que se pasaban los papelitos tipo "¿querés ir al cine?" y Solange, una personita que vivía con dolores diferentes en todo el cuerpo, el habitual era la cabeza. Pensé renunciar cuando una vez caminando por la Salta entre Corrientes y Marcos Paz, simularon ser ladrones que se robaban mi cartera, -los quise matar a todos- pero no iba darles el gusto de dejarlos, adoro los desafíos. No hubo una clase en la que no molestaran, se gastaran o quisieran disuadirme de no dar clases o, tal vez, salir temprano a lo que, en general, respondía: "Anahí no van a salir". Siempre terminaba cansada de tanto intentar mantener su atención en mí, en lo que decía -difícil tarea-. Mis cabellos simulaban las serpientes de Medusa: se enroscaban solas y, mis ojos fulminaban si veía alguno, ya los convertía en piedra. Pero, también, me dieron alegrías, Biscardi con su ortografía impecable, Abraham con su compromiso y ganas de aprender, Julián con un saber adquirido sorprendente, sin haber estudiado - según él-. Después de todo eso hoy puedo decir que me he encariñado de esos locuaces alumnos míos. Y les agradezco, porque he aprendido mucho de ustedes, confirme mi teoría: las personas responden al cariño, la comunicación y comprensión, pero con un condimento importante, la exigencia. Ojala tengan suerte, piensen que esto es transitorio (el secundario y la adolescencia), luego vienen las decisiones que determinarán sus vidas. Estudien y traten de ser felices.

A quienes no he nombrado les pido disculpas, lo importante es que en mi memoria y corazón están todos, lo demás puro cuento.

3 comentarios:

Planeta Lilliput dijo...

Parece que, a pesar de las quejas, la Pobre Docente disfruta de su trabajo. Me alegro. Nada es tan malo como parece en un principio (y mucho menos si te provee los medios para vivir). ¡Le deseo suerte para enfrentar a los próximos monstruos, doña Samara! Un beso.

maxi dijo...

Hola Ro como estas tanto tiempo!

espero que todo este bien y sabes q no me olvide de vos siempre me acuerdo como no me aceptas de nuevo en el msn dale ?

empesaba con maxs_ te acordas..

cuidate espero verte por el msn aun que sea.

besos

Mente Ridícula dijo...

Muy tierno, sí...yo siempre respondí más al cariño que a otra cosa...porque cuando alguien te trata bien, sos un infeliz si te comportás mal, en cambio, cuando te putean o e humillan, vos vas por lo mismo.