viernes, 25 de julio de 2008

Él

Quizás el destino quizo que él y yo nos encontrarmos. Sola, abatida y triste me sentía cuando a él conocí. De piel blanca, ojos grandes y marrones, cabello corto y enrulado, así es él. Aún recuerdo ese viernes invernal caluroso (poco usual para la época) que lo conocí, los nervios que tenía me obligaban a comerme las uñas, no paraba de preguntarme si tal vez le caería bien y cada dos segundos miraba mi aspecto y pensaba: "estoy bien, esta todo bien y en su lugar". Cuando le vi, me regaló una sonrira entre tímida y pícara y un beso en la mejilla: así empezó todo. No entendía bien si nuestro encuentro era una cita, pero pronto lo supe. Para mi sorpresa en la mitad de nuestra conversación él me plasmó un beso en la boca, ¡Oh, si que lo recuerdo!, porque él fue -y aún lo es- el que con su sensiblilidad y ternura cautivó mi corazón herido, allí, con sus besos y caricias suaves.
Poco a poco, él comenzó a ganarse mi cariño, porque él no es como lo demás (espero no equivocarme), pero sus ojos me lo confirman, la profundidad y brillantez de sus ojos evidencian eso que en pocas personas vi: el alma. Sus besos suaves e intensos me hacen sentir que esto, lo que vivimos, no es mentira que es real. Sus abrazos son especiales, porque no sólo me dan contención sino también afecto y cariño. Porque él es como dice la canción de Arjona "La mujer que no soñé" y lo adecuo a mi caso: él es el hombre que nunca soñé jamás, he venido a parar con hombre que no soñé jamás, pero nunca fuí tan FELIZ (...)"

lunes, 21 de julio de 2008

Esa Vidriera

Llega la noche de sábado y ella no sabe que ponerse, tiene que estar hermosa. Revuelve la habitación "donde está la remera con rayas de colores", se repite para sí.
Y si, la función empieza a las 00.00, cuando las luces de colores se prenden, la vidriera se limpia, el humo se prepara para descargar su humedad y mal olor, y la música "punchi- punchi" se comienza a escuchar. Pronto va a llegar la mercadería: mujeres y hombres de todo tamaño, edades y colores, cuáles más elegantes llegan a exponerse y a modelar en la pasarela de la vidriera. Así es como veo los boliches, una gran vidriera, en donde todos los que vamos mostranos nuestra mejor parte, porque allí todo pasa por lo físico. La selección es rigurosa, recuerda que tienes que entrar en los cánones de belleza, sino olvidate de que podrás ser elegida/o. Los jurados somos todos, porque allí todos elegimos. Es lamentable que este tipos de lugares que deberían ser de diversión, entretenimiento y esparcimiento, sean reducidos a una gran vidriera fría en donde cada uno va a mostrar su carne, como si uno fuese una mercancía.
¿A tanto hemos llegado qué separamos cuerpo de esencia y optamos por lo de afuera?. Tarde comprendí que las personas no se quieren por lo que son por fuera, sino porque lo que guardan en el corazón. Si algo aprendí en mi corta vida es que no existen personas feas, ni lindas, sino que todo depende de gustos, allí está la clave.

sábado, 19 de julio de 2008

Milagros, mi amiga

De cabello castaño claro y ondulado; ojos cafés, grandes y brillantes, de sonrisa contagiosa: Milagros, mi amiga.
El azar, tal vez, o la vida nos encontró hace más de dos años y medio (cómo pasó el tiempo), en los pasillos de esa –para muchos “fucking” facultad-.Aún recuerdo cuando la “Yegua” nos presentó “Ro, ella es mili. Es nueva, cursaba la misma carrera que nosotras, pero en la UNT” dijo. Un tanto tímida, la mili (así se la bautizó en imaginario estudiantil), me regaló una sonrisa y un beso, pero lo que yo no sabía es que me estaba dado la bienvenida a su vida, porque desde ese momento comenzamos a ser in-se-pa-ra-bles (si, lo que acabó de hacer es un insulto a la Real Academia, la ocasión lo requiere).
Gitana era la cita obligatoria de cada fin de semana, teníamos asistencia perfecta (ahora nos cansamos, por eso no vamos mucho). De vez en cuando – y cuando el bolsillo lo permitía- Lancaster era uno de los tantos testigos de la amistad que aún hoy compartimos, para que hablar de las fiestas, juntadas sin sentido, excusas que siempre inventábamos para estar juntas y chusmear a lengua suelta todo nuestro entorno, ¿recuerdas?, nadie se salvaba, ni se salva. Poco a poco nuestra amistad fue creciendo y pasó de un sentimiento a una admiración tan grande que apenas cabe en mi pecho, es algo intenso que realmente no puedo explicar, porque el te quiero queda corto, vacío, efímero. Es inexplicable.
Y porque como todas las relaciones sociales, esta, la nuestra, siempre está siendo alimentada por ambos lados. Porque la amistad se la hace compartiendo y de compartir nuestra amistad tiene mucho, allí radica la clave para que funcioné, cuantas veces estuve triste, alegre, paranoica, melodramática, nunca me dejaste a mi suerte, tu oreja estuvo para escucharme. Hace poco pensaba en que te podía regalar, sinceramente, nada material podría expresar lo que yo siento por vos amiga. Además, y finalizando, los días del amigo lamentablemente son necesarios
–a pesar de que es simplemente un día y la amistad se construye de muchos: proceso. Aparte, este día fue creado para aumentar las arcas de los sucios y marketineros comerciantes- porque es el momento donde uno hace un balance y valora el cariño, afecto, sentimiento de los amigos, los momentos compartidos y demás. Por todo esto y por mucho más que no recuerdo ahora, AMIGAS como vos no hay muchas.
Recordá siempre que sos una mina llena de tesoros, sos la Alumbrera entera, una amiga de oro que siempre quisiera conservar.
¡Féliz Día, amiga!

jueves, 17 de julio de 2008

Obesidad: Una epidemia del siglo XXI

Está sentado solo. Su cara expresa alegría; sus ojos pequeños brillan, ante la deliciosa comida que tiene frente a sí: hamburguesa con papas fritas es el menú. Se dispone a comer. La hamburguesa con queso rebosa mostaza, mayonesa y ketchup. Un gran vaso reposa sobre la bandeja y contiene la bebida azucarada más famosa: Coca-Cola.

Hace muchos años, con Botero como testigo, la gordura era una moda instalada y era sinónimo de status. A mediados del siglo pasado, ser gordo era igual a estar sano. Las abuelitas repetían, apretando los cachetes de sus nietos: “¡Que lindo mi nieto!, está grande y gordo”. En la actualidad el concepto ha cambiado, la obesidad es considerada una enfermedad crónica. Se caracteriza por un exceso de grasa, que, a su vez, se traduce en un aumento del peso corporal.

La obesidad genera problemas de salud, no sólo a nivel orgánico -como fatiga en los ejercicios, estreñimiento o algunos trastornos ortopédicos-, sino también en el aspecto psicológico. En los últimos años el incremento de obesos a nivel mundial es alarmante más de 300 millones de adultos de todo el mundo tienen sobrepeso. En EE.UU. el 33% de la población es obesa y en Europa el 20% del total, son rollizos. Esto permite predecir que en un futuro – no muy lejano-, la obesidad se convertirá en la epidemia del siglo XXI.

No hay una causa única. En algunos casos se puede atribuir la obesidad a la influencia genética, pero este no es un factor determinante para que la aguja de la balanza se dispare, sino que se combina con otros. El abandono repentino de toda actividad física repercute en el cuerpo y, en general, se puede afirmar que el sedentarismo como modo de vida ha aumentado de forma rápida y se traduce en kilos de más. A esto hay que agregarle el estilo de vida que tiende a suprimir cualquier tipo de actividad física (uso de autobús, ascensores, teléfono, entre otros).

La cultura del ocio también tiene una relación directa en el aumento de peso, en muchas ocasiones se dedica el tiempo a "salir a comer". La comida deja de ser una necesidad para convertirse en un placer.

La doctora Alejandra Rigoud afirma: “la obesidad se debe a que la gente, por lo general, no realizar actividad física y tiene malos hábitos alimenticios. Todos mis pacientes tienen una dieta distinta, primero les doy un cuestionario y en base a eso hago la dieta según las preferencias y gustos de cada uno”.

El psicólogo Mariano Carcanella argumenta: “la identidad de la personas obesas está atravesada por el 'ser gordo', adjetivo que estigmatiza y condiciona toda sus acciones (afectivas, sexuales, laborales). Estos aspectos negativos provocan una dura autocrítica y mayor ansiedad que, a su vez, generan actitudes patológicas frente a la comida (ingesta voraz, comer de forma compulsiva, entre otras)”.

Según el especialista, otras consecuencias que puede provocar esta enfermedad son la depresión o conductas antisociales (agresividad, retraimiento, entre otras). Estos aspectos negativos refuerzan a la persona que no se quiere ser. Crea en su mente una visión de engaño que se percibe sin salida, en la que la preocupación por el “comer o no” ocupa gran parte de su energía y lo lleva a no poder construir otro sentido de la vida.

Socialmente, se culpa a la persona de ser obesa. Esta enfermedad es considerada como un acto voluntario, y por eso se descalifica al individuo que la padece. Pero lo más grave es que
aquel que la sufre se auto-excluye por sentirse un ser devaluado. Establece relaciones con los otros desde un lugar desigual por su baja autoestima, con una imagen corporal menospreciada y sintiéndose incapaz hasta de continuar una dieta.

Esos rollitos

Se toca la panza, mira con desilusión esos rollitos que aún no puede bajar…Carolina entra al consultorio de Alejandra Rigoud, su nutricionista. Sus ojos brillan y en su cara se expresa la amargura: “No he bajado nada”. La muchacha, es una estudiante de Diseño Gráfico, tiene 27 años y asiste periódicamente al nutricionista. Si bien no es gorda, tiene tendencia a aumentar de peso cuando no se cuida en las comidas, o suspende la actividad física. “Sufro a veces porque no puedo comer pastas. Son mi debilidad, pero soy consciente de que engordan bastante”.

Al igual que Caro, entre el 55 y el 60% de la población Argentina sufre problemas de sobrepeso u obesidad, mientras que el número de muertes como consecuencia de este mal es de 30 mil personas al año. Es por eso que el doctor Cormillot presentó al gobierno nacional un Plan de Alimentación, en donde se incluyen campañas de promoción para tratar de concientizar sobre las consecuencias de esta enfermedad.

El doctor Cormillot afirma, en su página oficial: "la obesidad es un problema social, pero no está contemplado como tal por las obras sociales. Por eso, para combatirla es necesario atacar varios frentes a la vez: hay que desarrollar una política deportiva, una política de educación en las escuelas y educar a la sociedad. Se debe trabajar en conjunto".

Recientemente, se solicitó al Congreso de la Nación una ley que eleve la obesidad al rango de enfermedad para incluirla en el plan médico de obras sociales y prepagas. Pese a la repercusión del abrazo simbólico, aún los manifestantes no han recibido una respuesta.
La gravedad de la situación hizo que la Legislatura aprobará en Tucumán (diciembre del 2006), un proyecto de ley que incluya en el sistema público y en el Subsidio de Salud la curación y la prevención del mal. A partir de esta norma se le asigna carácter de política pública al tratamiento y prevención de la patología.

Según los datos aportados por La Gaceta, se estima que un 50 % de la población tucumana tiene sobrepeso, y que el 20 % es obesa. Se calcula que hay 140.000 obesos en Tucumán; y de ese porcentaje, hay un mínimo con obesidad mórbida. A partir de esta ley, la población sería cobijada, no sólo para revertir la situación de este 70% de personas con sobrepeso, sino que también ayudaría a prevenir el crecimiento de la enfermedad.

Dos caras de la misma moneda: el gordo mental y el gordo externo

Entra temerosa a la sala ubicada en Congreso 735. Son las 21, de un lunes. Una larga fila de personas rollizas, la espera. Se pregunta para que hacen esa fila, pronto sus dudas se confirman: todos se están pesando. Aguarda impaciente su turno, sabe que es necesario dar ese paso. Al llegar a la base de la balanza, titubea, respira hondo y piensa para sí: “Es hora, tienes que tener fuerza”. La aguja se dispara, y va a parar al número 90. Mira sin sorpresa y luego se retira. Un círculo de gorditos la espera.

En el centro se encuentra un hombre que cuenta su experiencia y da la bienvenida. “Hace 11 años pesaba 115 kilos. Desde entonces bajé 25 kilos y logré mantener mi peso ideal. La clave fue trabajar el problema alimentario y el mental”. El es Jorge Correa representante de la Asociación de Lucha contra la Obesidad (ALCO), de Tucumán.

Al igual que él, todos los presentes tienen algo en común: la obesidad que quieren vencer.
La Fundación ALCO es una institución de autoayuda que brinda apoyo a personas con obesidad, desórdenes de la alimentación, abuso de sustancias y problemas emocionales.

“Dentro de un obeso se esconden dos personas: el gordo externo y el gordo mental. Para lograr bajar de peso y mantener una vida saludable, es necesario combatir y eliminar a los dos”, remarca Correa.

El mayor desafío que deben enfrentar los gorditos, es resistir la tentación que ofrecen los patios de comida rápida, en donde se ofrecen comidas ricas en calorías. A esto hay que sumarle las promesas de dietas rápidas y las píldoras milagrosas, formas tramposas de bajar de peso.

Las primeras tienen el efecto de rebote, porque si bien la persona baja de peso, el organismo queda deficiente nutricionalmente. Una vez suspendida las pastillas, el individuo empieza a incrementar su peso nuevamente. En el caso de las dietas de fantasías, como las del plátano o manzana, no son recomendables porque no tienen todos los nutrientes.

Es por eso que la institución proporciona a sus pacientes una dieta equilibrada (que incluye frutas verduras, carnes rojas, entre otros) y actividad física. ALCO trata de mejorar no sólo la salud física, sino también emocional y la calidad de vida, generando una armonía y equilibrio entre cuerpo y alma.


“Mamá, mirá cómo come este gordo”, exclama una niña

De cabello corto, enrulado y gris. Detrás de los anteojos, sus ojos pequeños expresan tristeza. Mueve sus manos al hablar, su tono de voz está entrecortado y se intercala con prolongados silencios…El es José Luis Cañote Ríos, licenciado en Sociología y magíster en Teología.

El experto afirma que existen prejuicios no sólo en el ámbito afectivo, sino que también a nivel laboral. Con respecto a lo afectivo: “Existe en la actualidad un modelo de belleza masculino y femenino que es light. Esta concepción se encuentra interiorizada en las personas con sobrepeso, quienes se sienten que no entran dentro de los cánones y se autoexcluyen”, dice Cañote.

“En el aspecto laboral, a las personas que sufren de obesidad se le exige un nivel de excelencia por arriba de quienes no padecen este mal”.

El especialista asevera que en esta sociedad se disocia la imagen de la identidad, es decir, se separa una de otra. “Es allí donde radica el prejuicio”. Y es así que, para quienes sufren de obesidad, una misma historia se repite. Indefinidamente. En una mesa cualquiera, en un patio de comidas anónimo, un hombre se dispone a comer. Su cara expresa alegría; sus ojos pequeños brillan, ante la deliciosa comida que tiene frente a sí. La voz risueña de una nena corta el aire: “Mamá, mirá cómo come ese gordo”. El hombre se detiene y la mira con tristeza; sus ojos pequeños se han opacado un poco. Luego, se dispone a comer la hamburguesa que rebosa queso, mostaza, mayonesa y ketchup. Un gran vaso reposa sobre la bandeja y contiene la bebida más famosa: Coca Cola, de la común, la azucarada.

Aurora

"Hola don lalo, ¿cómo está?, dice ella. A lo que él responde con una sonrisa y una brillantez en los ojos: "aquí estoy con Aurora, está tremenda, ya me comió tres tortillas y va por más" afirma mientras la perra con su largo hocico olfatea las tortillas y trata de arrebatarle la bolsa con unas de sus patas. Le ladra, lo revolotea y salta.
De orejas grandes, ojos marrones, hocico largo, cola escurridiza y larga, de color indefinido (beige y marrón): Aurora, es una perra que hace dos meses abandonaron en la esquina de Lalo. Con la bondad que le caracteriza el "turco" la acogió, pero aún no es parte de la familia, dado que hay otro perro en casa: Junior, un cocker feo, creído y mal criado.
Y sí, es una perra callejera, algunos dicen-y lo confirmó- que son los perros más fieles y protectores, Aurora es así, adora a Lalo. Es tan lindo verles juntos, cuando él sale de su casa y ella lo ve, comienza a ladrarle "guau, guau" y a mover rítmicamente su cola de izquierda a derecha, salta de un lado a otro, su alegría es inmesa. A veces, cuando ella sale de su hogar, que se encuentra a unas casas de la de Lalo, puede mirarla dormir la siesta bajo la sombra de un árbol, duerme como si estuviera acostada en el mejor somier.
Una lástima que una perra tan buena, dócil, fiel y protectora no tenga el calor de un hogar, una familia que la mime. Ella la habría adoptado, pero no puede...Sólo espera encontrarle un hogar pronto para está dulce perrita.


sábado, 12 de julio de 2008

Los tuquitos de mi niñez

De pequeña solía visitar a mi tía que vive en el Campo, un lugar apartado de la cuidad cerca de León Rouges, tres kilómetros adentro. Adoraba sentarme en las noches de verano en su patio de enfrente a contemplar las plantas, los sapos come bichos que se encontraban cerca los lámparones instalados en el centro del jardín, con la esperanza de comer una gran de cantidad de bichitos. La casa está rodeada de arboles grandes y frondosos, con muchos más años que yo, pero algo me llamaba la atención, "¿qué son?": las luciérnagas o vulgarmente llamadas Tucu- Tucu o tuquitos. Podía quedarme horas contemplando sus lucecitas, mientras me preguntaba: "¿cómo era posible aquel fenómeno?". Los tuquitos son pequeños bichitos luminosos, que en la noche parecen miles de estrellas que se mueven, pero a diferencia a ellas, estos bichitos duran un día, si, leíste bien un día y mientras viven tienen luz, sólo que durante el día no se logra idenficarlas por la luz solar. Allí fue cuando pensé "¿qué pasaría si sólo vivierás un día?", difícil pregunta. Pero mi respuesta sería simple, quisiera quedarme sendaba allí en ese patio, en el patio de mi infancia, contemplando este bello paisaje de la naturaleza, mientras un viento tímido, pero atrevido roza mi cara, levanta mis cabellos y eriza mi piel. Mientras mundos desconocidos se mueven entre las sombras de los arboles, mundo que por miedo nunca logré conocer, sólo me limitaría a quedarme dormida sentada, pero hay un detalle, mi cara reflejaría una sonrisa, porque así, si valdría la pena tener un vida tan efímera, vida corta, pero intensa.

domingo, 6 de julio de 2008

Cuando el recuerdo enamora

"Sigues enamorada de él. Más bien de su recuerdo, él ya no está en tu corazón. Son los recuerdos de su relación los que no te dejan olvidarlo", dice Gloria. Cuanta razón tiene su amiga piensa, "sólo amo su recuerdo, lo que el fue". A veces piensa en llamarlo, y en ocasiones le llama con la esperanza de que vuelva a ser el mismo que en algún momento fue, pero su aire indiferente y frío le demuestran una realidad diferente. Allí es cuando cae en la cuenta en lo que está viviendo, y si, le cuesta vivir fuera de esa ilusión, una ilusión que tan cómoda la tenía. Se siente vacía, sola y sin ganas de darse una oportunidad para volver a sentir, pensar y vivir esa ilusión, esa actitud sólo tiene un nombre: miedo. Miedo a fracasar nuevamente, a que las cosas no funcionen, miedo a que le rompan el corazón en miles de pedazos y a quedar como idiota enganchada en lo que no fue. Tal vez no lo olvida, porque el fue unos de los pocos que la valoró y respeto, tal vez ahora está dolida, pero pronto sus heridas sanarán, y volverá a darse esa oportunidad.