lunes, 21 de julio de 2008

Esa Vidriera

Llega la noche de sábado y ella no sabe que ponerse, tiene que estar hermosa. Revuelve la habitación "donde está la remera con rayas de colores", se repite para sí.
Y si, la función empieza a las 00.00, cuando las luces de colores se prenden, la vidriera se limpia, el humo se prepara para descargar su humedad y mal olor, y la música "punchi- punchi" se comienza a escuchar. Pronto va a llegar la mercadería: mujeres y hombres de todo tamaño, edades y colores, cuáles más elegantes llegan a exponerse y a modelar en la pasarela de la vidriera. Así es como veo los boliches, una gran vidriera, en donde todos los que vamos mostranos nuestra mejor parte, porque allí todo pasa por lo físico. La selección es rigurosa, recuerda que tienes que entrar en los cánones de belleza, sino olvidate de que podrás ser elegida/o. Los jurados somos todos, porque allí todos elegimos. Es lamentable que este tipos de lugares que deberían ser de diversión, entretenimiento y esparcimiento, sean reducidos a una gran vidriera fría en donde cada uno va a mostrar su carne, como si uno fuese una mercancía.
¿A tanto hemos llegado qué separamos cuerpo de esencia y optamos por lo de afuera?. Tarde comprendí que las personas no se quieren por lo que son por fuera, sino porque lo que guardan en el corazón. Si algo aprendí en mi corta vida es que no existen personas feas, ni lindas, sino que todo depende de gustos, allí está la clave.

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