domingo, 15 de junio de 2008

Los Misterios del Amor

Él la mira tiernamente, roza sus cabellos castaños oscuros y besa su mejilla rosada. Ella se siente tan feliz, contenida y cuidada. Cuando él besa sus labios rojos, delgados, suaves y cálidos, ella siente que su mente se sumerge en una paz y una dicha jamás experimentadas; el corazón late al compás de la canción que él tanto ama: “Lluvia de noviembre”, de los Guns and Roses. Desde lejos, se les ve quererse. Sus manos entrelazadas, sus miradas y caricias lo dicen todo; las palabras, entre ellos, están de más. Pero pasan varias semanas y ella, poco a poco, comienza a darse cuenta de que la realidad que vive es falsa, inexistente, transitoria, manipulada y calculada. Todo ha cambiado: él no es el mismo. Con su aire indiferente, la ignoraba empapado en una frialdad que aún no puede explicarle y, de a poco, la ha ido desplazando de su vida, hasta olvidarla por completo.

El fantasma del vacío le invade nuevamente el corazón; las lágrimas caen, precipitosamente, sobre sus mejillas como el rocío escurridizo de la mañana; su cara se desfigura y, en su corazón, yaga la herida recientemente abierta. ¡Oh, cuánta razón tenían los Guns! No se equivocaban en aquella canción: “Porque nada dura para siempre y los dos sabemos que los corazones pueden cambiar, en la fría lluvia de noviembre”. El amor duele, le duele. Él no está y sola ha quedado. Sólo tiene el recuerdo, el recuerdo de ese chico alto y delgado, sumiso. Ese chico un tanto desconfiado, tímido, morocho y divertido. El que consentía todos sus caprichos (o la mayoría de ellos); el que, con sólo un abrazo, podía hacerle creer, en un instante, que estaba en el cielo; el que, con sus caricias, le erizaba la piel hasta que sentía escalofríos; el único a quien, con sus detalles, ella quiso con intensidad. Sólo queda ese recuerdo reverso y feliz, que le causa innumerables sentimientos: nostalgia, angustia, dolor, bronca, impotencia. Y, a la vez, esa pregunta que nunca tendrá repuesta: ¿él la quiso, en algún momento? Sólo él lo sabe.

Ella espera que el no la olvide, porque a pesar de que no funcionó, ella está segura que el la marco, ¿porqué?, porque a su manera le enseño muchas cosas de sí misma. Puede ser valorada y respetada como mujer por otras personas y más que celosa es insegura y desconfiada; que el amor se hace de dos, sin esas dos partes nunca funcionaría. Que hay que disfrutar de las pequeñas cosas y que el compartir es primordial en todas las relaciones sociales. “Nunca pienses que el envase es lo importa sino que el contenido, tu alma, tu esencia es la que determina todo en ti” le dijo.

Hoy ella está dolida, pero pronto sanará su corazón herido y volverá –con algo de dificultad- a creer en alguien. Pero hasta eso pasará mucho, demasiado tiempo en soledad, esperando al que con su amor derrita el hielo que hay en el corazón y borre todas las desdichas causadas por el desamor. “Todo el mundo necesita a alguien, no eres la única, no eres la única”, y así termina no sólo la canción sino, está ficticia historia de amor.

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